«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.» Juan 10: 27-28

Hay momentos en nuestro rutina diaria que sentimos que las cosas se nos están saliendo de control. Nos sentimos solos, inseguros, abandonados, maltratados, presionados; a veces alejados de otros, creemos que nuestras situaciones son las peores del mundo, e incluso sentimos que Dios no está respaldándonos. Somos como las ovejas sin pastor que Jesús menciona en Mateo 9:36. “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.”
En Juan 10:1-2 Jesucristo hace una comparación entre el mal pastor y el buen pastor, a propósito de lo sucedido con los fariseos en el capítulo anterior, quienes cuestionan a Jesús por sanar un ciego el día reposo. Siendo los líderes religiosos de la época, realmente no les importaba su pueblo, solo se preocupaban por cumplir la ley. Pero si revisamos algunos pasajes del Antiguo Testamento nos damos cuenta que allí también hay ejemplos de malos pastores (Jeremías 23:1-2; Ezequiel 34:1-5). En Juan 10:3-5 Jesucristo nos dice que las ovejas reconocen la voz de su pastor, y solo a este seguirán. El problema es que cuando están enfermas las ovejas pueden seguir la voz de cualquiera que las llame. Hay personas que dicen querernos, que han prometido cuidarnos, pero a veces no cumplen con su palabra. Nos sentimos defraudados por nuestros padres, nuestra pareja, algún otro familiar, una persona que admirábamos, un amigo, un vecino o compañero de trabajo, o un líder religioso. Estamos siguiendo al pastor equivocado.
En Juan 10:7-10 Jesucristo declara que antes de Él han venido falsos mesías, o sea aquellos que declaraban ser el camino de salvación, pretendiendo sustituir a Jesús, o ser enviados por Él; pero antes de nuestro Señor también vinieron falsos pastores, personas mal intencionadas, pervertidores del pueblo, como era el caso de los fariseos (vers. 8 y 10a). Falsos mesías y falsos pastores siguen apareciendo en nuestra época, con la intención de “hurtar, matar y destruir.” Vivimos en un mundo que a veces es muy hostil, con peligros por todos lados. Muchos viven en casas con rejas, tras puertas cerradas con llave por temor a los maleantes. Jesús hace mención de estas personas mal intencionadas que nos rodean. Pero Jesús también dice en este pasaje que Él es la puerta de las ovejas. Él es el único camino para recibir la salvación, nos alimenta, nos da vida y vida en abundancia (vers. 7, 9 y 10b). Jesucristo trae vida, los falsos pastores traen muerte. Jesucristo es el pastor correcto. Solo Él puede autorizarnos y prepararnos para pastorear sus ovejas.
Luego encontramos en Juan 10:11-16 tres aseveraciones de nuestro Señor Jesucristo bien importantes: i) Él es el Buen Pastor. Cristo nos guía, nos cuida y da su vida por las ovejas (vrs. 11, 14, 15), mientras que el falso pastor, el asalariado, no le importan las ovejas porque no son de él (vers. 12 y 13). En el mundo nos topamos con personas que pretenden ser nuestros amigos, pero sólo quieren aprovecharse de nosotros. No les importamos. ii) El Buen Pastor conoce a sus ovejas (vrs. 14). Nadie mejor que él entiende nuestras necesidades y las circunstancias en que nos encontramos. iii) Jesucristo, también es el pastor de los gentiles (vrs.16). Somos un solo rebaño. Cristo murió por todos. Tal vez en nuestro contexto no alcanzamos a imaginar la importancia de esta afirmación, pues todos somos gentiles. Pero han sido necesarios más de 2,000 años para reconocer que hay un solo Dios, un solo Cristo, un solo Espíritu y una sola iglesia.
Finalmente, en Juan 10:17-18, Jesucristo dice que Él, siguiendo las instrucciones de su Padre, dio su vida para luego tomarla, tiene el poder para entregar su vida y resucitar. Un cierre maravilloso para su reflexión, donde resalta su poder y autoridad delegada por el Padre.
Démonos un minuto para contestarnos las siguientes preguntas. ¿Escuchamos la voz de Jesús? ¿Cómo podemos oír la voz de Jesús hoy en día? ¿Seguimos a Cristo? ¿O hay algo que nos está impidiendo seguirlo? ¿Qué es? ¿Qué tan seguro es nuestro futuro? ¿Por qué? (Juan 10:27-28)
Permítale a Jesús cuidar de usted cuando esté solo o angustiado, así no tendrá que cuidarse solo. “…echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 1 Pedro 5:7
