«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.»
Mateo 7:7-8

Cuando leemos este pasaje inocentemente, creemos que podemos pedir, buscar y llamar a Dios y Él nos dará lo que pidamos, o lo que buscamos, o nos abrirá cualquier cosa, sin ningún tipo de limitaciones. Cuán lejos estamos de la realidad. Dios difícilmente concederá nuestras peticiones sino cumplimos con algunas demandas.
Aunque el pasaje es una invitación a perseverar en la oración, debemos tener en cuenta que en varios pasajes de la Biblia Jesucristo nos señala que Él está dispuesto a concedernos lo que pidamos, o buscamos, o a abrirnos las puertas que toquemos, si nos mantenemos unidos Él y obedecemos sus enseñanzas (Juan 15:7), si cumplimos su encargo de llevar fruto que perdure (Juan 15:16), fruto que debe ser agradable a Él (1 Juan 3:22). Además, cuando solicitemos algo de Dios, debemos hacerlo en el nombre de Jesucristo (Juan 15:16), solicitándolo bien, olvidándonos de satisfacer nuestro propios deseos (Santiago 4:3).
Dios da a quien le pida, entrega a quien busca y abre a quien llama cuando se hace correctamente, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, cuando sus Palabras permanecen en nosotros y guardamos sus mandamientos y cuando llevamos fruto.
